25/4/14

Soledad




Extrañamente hoy no hay sol. Por el rectángulo transparente y sin vida que separa mi realidad con el mundo exterior, puede verse el gris amargo (una vez mas haciéndose presente) del día (uno mas en mi vida) que comienza con el correr de un viento helado que llega y se va traspasando mi ropa, congelándome hasta los huesos, para al fin dar con su principal objetivo... Mi alma... Siento el latir de su recuerdo nacer desde lo más profundo de mí... Su aroma, la calidez fría de sus manos en mi cuerpo... ¿Como hacer para olvidarte si aun te amo? No existe el abismo que separe la soledad (infinita) de la realidad (bastante irreal), tal ves te busque pero aún sigo aquí en mi propia oscuridad; si soñara con tu risa me dejaría cubrir por la brisa; la esperanza se desvanece de a poco en mi callejón sin salidas...…

Malditas sean mis ansias y el profundo deseo de poder estar contigo, sucumbir ante tus encantos, cayendo vencido ante la humedad de tus besos... Me pueden tus labios, siento que muero entre tus brazos… Nuevamente mi alma se pierde, no puedo vivir sin tu presencia, se que me tendré que conformar con este triste recuerdo… Mi pobre niña, mí amado sueño recubierto de utopía, no me preguntes nada porque mi respuesta no será negativa; entrego mi vida al fuego, pero tu cara de ángel me consume; mi mente extraña, comienza a sentir que eres tú, nada puede ser mejor que eso, eres la estrella en mi manto oscuro, mi tristeza se esconde junto a mí... Tan dulce como la miel. ¿Debo olvidarme que alguna vez fuiste mía? ¿Que alguna vez te amé? Una vez más me entrego a ti... Mi sacrificio, mi soledad...

A cada paso puedo ver tu rostro inundando mis ojos con lágrimas de resignada e inútil persistencia… En algún lugar se oyen las campanas de una iglesia, como si se tratara de un mensaje oculto detrás de sus lúgubres notas… En algún lugar, en otra dimensión, puedo verme a mi mismo luchando contra grandes molinos invisiblemente invencibles… Puedo ver mis brazos y mí andar cansino, por cada recoveco de este camino, tratando (inútilmente) de rescatarte de las garras de ese destino mezquino que solo te quiere para si, no importándole el daño y las consecuencias de estar con ese alguien que no amas… ¡Te amo! Grito (en vano) a los cuatro vientos, no me importa nada, necesito estar contigo, no puedo más… Pero nadie me hace caso, la gente pasa a mi lado, ciega, sorda y muda… Y una vez más, me encuentro de pie divisando el horizonte, a un costado siento que alguien me aprieta el hombro en señal de consuelo, es melancolía quien me observa con su mirada tierna… Del otro lado, alguien me toma del brazo y me invita a perderme en el silencio, disfrutando de el… ¿Su nombre?... Soledad…

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